El 10 de febrero de 1805 el rey Carlos IV confirma la Real Cédula de 20 de diciembre de 1804, que disponía prohibir absolutamente en todo el Reino sin excepción de la Corte las Fiestas de Toros y de Novillos de muerte. Esta prohibición estuvo vigente hasta 1808, por lo que no se celebraron festejos taurinos y corridas de toros durante tres años.
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